La oscuridad va cediendo en la medida que las luces iluminan el teatro. La pantalla está en negro. La película ha terminado. Los espectadores, inmóviles, continúan en sus asientos como si hubieran recibido un puñetazo con una manopla igual que uno de los personajes del filme. Es la sensación que se respira en el ambiente justo después de terminar Simón, la película dirigida por Diego Vicentini y protagonizada por Christian McGaffney y Jana Nawartschi.

Ambientada en los disturbios ocurridos en Venezuela en el 2017, el público podrá apreciar el derrumbe de una sociedad, la pérdida de la libertad y la instauración del miedo como política de Estado. El desmoronamiento de los principios y los valores son el sustrato adecuado para dividir de forma desigual a una sociedad entre quienes desean luchar por la libertad y quienes optan por la indiferencia obscena ante las circunstancias que los rodean.

El espectador observará con estupor la mutilación del derecho de todo ser humano a soñar, un hecho en sí mismo cruel. A los jóvenes se les arrebatará su futuro, sus proyectos; se les obligará, por medio de la coacción, a traicionar a sus amigos más cercanos. A los personajes se les quita todo. No les queda nada. Algunos tan solo conservarán la vida, una vida precaria, sin ilusiones, sin un mañana. Una existencia elemental. Las posibilidades de lucha son nulas, de allí que la única opción para Simón y sus amigos sea huir.

Simón es la dignidad mancillada. Es el idealismo que choca de forma aparatosa con una cruda realidad no siempre percibida en su justa dimensión. Es la expresión de cuando la política deja de ser una actividad en pro de los ciudadanos para convertirse en un negocio grotesco. Es la representación, expresada de forma directa, de la sustitución del Estado por un sistema político amoral, corrompido hasta las entrañas. Simón es la barbarie.

Franklin Virgüez hace gala de su madurez actoral y nos entrega una interpretación memorable. Las frases de su personaje son contundentes y de un gran significado.

Esta película tiene el gran mérito de mostrarnos de forma compacta lo que es hoy la compleja realidad de algunos países del hemisferio occidental con un guion y unas actuaciones bien engranadas. Expone las razones de la migración masiva de venezolanos y que la magia del cine ha permitido que llegue a un público más allá de las fronteras del país sudamericano.


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