En la vida se puede descender desde un seductor éxito que nos hace sentir en el cielo hasta el más aborrecible de los infiernos. La caída puede ser brusca sin posibilidad de asirse a nada que la haga más lenta.  Ese declive generalmente no es más que el paso de la juventud a la vejez, como si la madurez no existiera, lo que se hace más notorio cuando se es una artista que ha alcanzado la fama. En la novela La actriz (Seix Barral 2021) de Anne Enright, Norah, la hija de la actriz Katherine O’Dell, narra la vida de su madre desde el punto culminante de su carrera hasta el acabamiento al que la llevaron los años y la demencia. Katherine O’Dell triunfó en Hollywood, Broadway, Londres, Dublín. Fue una estrella en las artes escénicas.

Con independencia de su talento su éxito duró lo mismo que su juventud y su atractivo. La popularidad de O’Dell la envolvió como si pudiera apretarla cada vez con más fuerza y la llevó de manera casi imperceptible a un mundo bohemio. Su existencia pasó a ser la de una diva.  Mientras la actriz se embriagada con la notoriedad, el tiempo, implacable, se llevaba de forma desmesurada el encanto de la mujer que hasta entonces permanecía en el estrellato.

Katherine O’Dell se relacionaba con individuos importantes del mundo artístico, de la política, con empresarios, con personas influyentes en diferentes áreas. Su cotidianidad estaba llena de fiestas, de excentricidades, de comportamientos estrafalarios, se diría que de excesos. La gente que la rodeaba disimulaba con risas y alegrías su hipocresía. Era un ambiente frívolo, tristemente solitario. Merece la pena destacar el siguiente fragmento narrado por Norah: “…pero cuando pienso en cómo trataban a mi madre, bajo aquella cortesía elaborada, veo algo realmente desagradable. Envidia, quizá. Una necesidad de poseer o manchar, no su sexualidad sino su talento, la hermosa e ingenua llama de su vida”

La famosa actriz estuvo supeditada a los grandes estudios de cine hasta tal punto que en una de las cláusulas de su contrato se establecía su matrimonio con un amigo suyo. Su imagen la manejaba la empresa que la contrató. Katherine O’Dell en algún momento de su vida hizo algo que podía estar vedado para una actriz de su época: tener una hija, Norah.

A lo largo de la novela Norah va mostrando su madurez como personaje. Desde las butacas de los teatros, tras bastidores y desde la intimidad de su hogar, nos cuenta los altibajos de su madre. Ser la hija de una celebridad marcó su vida. Entre ellas hubo una relación hermosa, profunda. Las descripciones de cómo cuidó a su madre durante sus últimos tiempos son entrañables. Ambas supieron comprenderse, pero sobre todo amarse. Ese estrecho vínculo dejó en Norah una paz alejada de los grandes escenarios y de la superficialidad que puede rodear a una estrella del espectáculo.

Agradecimiento a la actriz Adriana Vásquez por permitir el uso de esta imagen.


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