Las creepypastas y otras historias de terror son el sustrato en el que Mónica Ojeda se apoya para escribir su novela Mandíbula (Candaya, 2020) y sumergirse así en el mundo de las adolescentes y de las relaciones entre madres e hijas.
En esta obra hay varios personajes importantes, uno de ellos es Miss Clara, una maestra de escuela quien sufre un trastorno de personalidad. Su comportamiento está condicionado por el temor y el horror, por una patológica relación afectiva con su madre, que llega incluso a lo castrante y que la marca de manera definitiva, a tal extremo, que Miss Clara termina secuestrando a una de sus alumnas, en un intento por enseñarle lo que está mal.
Unas estudiantes de un colegio del Opus Dei complementan los personajes principales de esta novela. La adolescencia se nos presenta como esa etapa de la vida en que no se es capaz de medir las consecuencias de nuestros actos; esa edad en que se asumen riesgos sin sopesar los peligros que estos entrañan, en la que se hace cualquier cosa para contar con la aceptación del grupo, sobre todo con quien lo lidera. Pero quien capitanea a estas jóvenes es un personaje perverso digno de una historia de terror, con talento para manipular, con ansias de experimentar cosas extremas.
Un viejo edificio es el lugar donde el grupo de jóvenes se reúne para hablar de sus historias de terror, para experimentarlo a su manera. Esta construcción constituye su submundo, y en ella, un cuarto con paredes pintadas de blanco que se van manchando por filtraciones oscuras que podría interpretarse como la inocencia de la niñez que está a punto de perderse.
La relación de las adolescentes con sus madres también es tórpida, caracterizadas por el miedo de unas a las otras. A lo largo de la novela el lector llega a reflexionar sobre cuál es realmente la mandíbula que devora a algunos de los personajes, o mejor aún, a las personas en la vida cotidiana; al respecto, merece la pena citar una frase que la autora pone en boca de los personajes: “¿Cuál es el único animal que nace de su hija y alumbra a su madre?”.
Es de destacar la crítica que se hace sobre la religión. Hay unas reflexiones sobre Dios y las creencias religiosas sin rayar en un fanatismo chocante. Es un cuestionamiento hecho con cierta elegancia.
Mandíbula es una novela bien escrita, una lectura amena en la que el lector se compenetra con sus personajes.
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