Haciendo gala de su creatividad, Rodrigo Blanco Calderón expone en su novela Simpatía (Alfaguara, 2021) asuntos que cada vez cobran mayor importancia. Ambientada en la ciudad de Caracas, la actual situación venezolana es mostrada con crudeza, lo que no le impide al autor traspasar las fronteras del país sudamericano al tratar temas sensibles a sociedades de cualquier país del mundo.
El argumento central de la novela es el abandono. Las mascotas, en concreto los perros, le sirven a Rodrigo Blanco Calderón para abordar este tema desde diferentes perspectivas. La nobleza de los caninos le mostrará al lector el amor en su forma más genuina, un amor incondicional. El desamparo de estos animales, así como las agresiones que puedan sufrir, reflejan el drama de una sociedad. Este cuadro desolador es una representación de las personas, muchas de ellas de la tercera edad, abandonadas a su suerte.
El dilema sobre tener hijos es una situación en la que el autor hurga con agudeza. Tenemos interiorizados que una parte fundamental de nuestra existencia es perpetuar la especie. El no tener hijos puede convertirse en una angustia existencial, al considerar la procreación como parte del destino de todo ser humano; según el contexto social es un estigma con el que algunas personas se ven obligadas a vivir.
La descendencia puede traer grandes satisfacciones, pero también ser el motivo de grandes decepciones. El desinterés de los hijos traduce el desamor hacia los progenitores. La parentela puede quedar relegada por las ambiciones y los intereses personales, lo que resulta decepcionante para padres que lo han dado todo por su descendencia. Existe la posibilidad de que ese padre entrado en años solo tenga la compañía y el amor desinteresado de una mascota: su perro.
La orfandad y la adopción no quedan por fuera. Rodrigo Blanco Calderón expone, a través de diversos personajes, el vacío interior de esos niños abandonados que, a pesar de crecer en una familia adoptiva, llevan interiorizada su condición de huérfano igual que una afrenta, como si el amor de esos padres adoptivos fuera insuficiente o carente de sinceridad, como si se tratara de un amor con límites. Esos niños que crecen en hospicios, igual que cachorros, lidian con una espera inútil. Una realidad dura que el autor sabe manejar sin espantar al lector.
Lo que suceda con cada hijo, bien sea biológico o adoptado, es un acertijo que solo el tiempo develará; en este sentido, cabe destacar una interesante frase del personaje Ariel Aponte que denota la importancia de las relaciones que establecemos como individuos: “− Ulises, en este mundo lo que sobran son hijos. Lo difícil es tener un padre, pero son los hijos quienes deben encontrarlo ─”
El personaje de Altagracia y en particular la traducción que hace de la obra de Elizabeth von Arnim Todos los perros de mi vida, muestran el desencanto hacia los hijos, la decepción que puede envolver al matrimonio, a la familia; esa carencia afectiva es sustituida por una mascota y por la belleza del jardín que cuida con esmero.
Simpatía es una novela ágil, diferente, actual, escrita con ingenio y sensibilidad.
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