Gustavo Dudamel despierta sentimientos encontrados. La admiración por el destacado director se ve opacada por el agrio recuerdo de quien dirigió un concierto con la presencia de importantes personeros del régimen venezolano, mientras la sangre corría por las calles del país caribeño.

En los días previos a la presentación de Gustavo Dudamel en el Auditorio Nacional de Madrid, el 20 de septiembre de 2018, dudé en asistir al concierto. Después de mucho pensarlo, la incertidumbre se disipó: escucharía al afamado director de orquestas. El concierto fue extraordinario. Desde mi butaca vibré con la Sinfonía nº 4 de Mahler. Finalizado el acto, la ovación del público no se hizo esperar. Una mezcla de orgullo y tristeza se apoderó de mí.

El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela, conocido hoy en día como El Sistema, lo fundó José Antonio Abreu Anselmi en 1975. Para ese entonces transcurría la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez. A lo largo de los años, ha sido una iniciativa que nos ha llenado de enorme satisfacción a los venezolanos. En la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, Abreu Anselmi se desempeñó como ministro de cultura. A esa organización que buscaba llevar la música a todos los niños y jóvenes de Venezuela, ingresó Gustavo Dudamel a la edad de cuatro años. Un niño prodigio que llegaría a convertirse en lo que es, un laureado director musical aclamado en escenarios internacionales para dejar en alto el nombre de su país, pero de alguna manera, convertido también de forma sectaria, en el máximo representante cultural de una parcialidad política. Ahora bien, el tema no es en sí mismo la postura ideológica del señor Dudamel, sino el silencio cómplice que mantuvo durante años frente al régimen venezolano. Hay un hecho que ha quedado grabado en la memoria y que lacera el orgullo que sentimos por este connotado músico. En el año 2014, mientras las calles de su país natal se manchaban con la sangre de jóvenes asesinados por una brutal represión, Gustavo Dudamel ofrecía un concierto en Venezuela con la asistencia de importantes figuras del régimen gobernante.

Escuchar un concierto de Gustavo Dudamel es deleitarse con su habilidad para dirigir una orquesta, pero también es la tristeza de que tan sublime talento haya servido para poner melodía a las ilusiones que se apagan, a los sueños que se sesgan. ¿Qué sinfonía sonaba al tiempo que los cuerpos sin vida de jóvenes venezolanos caían en el asfalto caliente?

Categorías: Opinión

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