Caminaba entre los pasillos de una de las tantas librerías madrileñas cuando el título de un libro atrapó mi atención, se trataba de La Diáspora del escritor Horacio Castellanos Moya. Esa frase de dos palabras en la portada de un texto es muy atractivo, pero también muy ambicioso. Hay lectores que asocian la palabra diáspora con: conflicto, dolor, duelo, abandono, comienzos, finales; es abrir un amplio abanico de posibilidades del cual puede echarse mano a la hora de recrear una historia. Detrás de los grandes movimientos migratorios hay infinidad de anécdotas que contar, una más interesante que otra, más desgarradora. Tan solo por el título, compré la novela. Pronto, me adentré en su lectura.
La diáspora marcó el debut de Castellanos Moya como novelista en 1989. Es una obra redactada de manera tal, que se lee con facilidad. Las divisiones que surgieron a raíz de la muerte de dos importantes dirigentes guerrilleros nos muestran las traiciones en una izquierda degradada. En ella se narran las vivencias de quienes formaron parte de la lucha armada en El Salvador, en el marco de los “sucesos de abril” de 1983, y emigraron a la ciudad de México, y de las conexiones que la izquierda salvadoreña tenía en países vecinos.
Abarcar la situación en el país centroamericano en aquellos años, es sin duda una tarea compleja. Me resulta imposible no relacionar la inestabilidad política de Centroamérica con el resto del continente y las implicaciones que tuvo para otros países. En aquel momento, el esfuerzo mancomunado de los gobiernos democráticos de la América Latina logró contener la violencia siempre acechante en nuestra región.
En esta novela, el escritor Castellanos Moya nos muestra uno de los tantos aspectos del conflicto salvadoreño. Como protagonista de una diáspora, me habría gustado que profundizara en el drama existencial que estos procesos provocan en cada persona y en su entorno, que a través de los personajes tocara con mayor agudeza la sensibilidad de quién le lee.
La Diáspora es un título ambicioso para una novela, pero puede no satisfacer todas las expectativas que origina.
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